la cálida oscuridad del fuego,
tierra fecundada por la semilla,
el hijo dijo hágase la luz
y abrió los tiernos ojos,
alzó su canto libre como el viento,
del cual nacieron los primeros ríos,
vio a su madre y a las montañas,
que son madre de todos los hijos,
y pidiendo medicina, dijo luna,
dio sus primeros pasos
y el sol fue tiñendo su piel con amor,
buscó visión en las palabras de su taita,
fumó tabaco y adoró al fuego como sus abuelos,
volvió a entrar en la oscuridad
días y noches en compañía de las abuelas,
escuchó cómo hablaban iluminando su propósito,
pero nada fue tan bello
como ver crecer al ser dentro de si,
encontrar el camino que no lleva a ninguna parte,
porque lo importante era caminar
entre hongos, peyote, ayahuasca, toloache
y todas las ceremonias de la vida,
porque todo es medicina,
porque todo es medicina,
para nunca dejar de levantar un rezo,
jamás dejar de sonreírle a la vida,
porque era semilla y en esa tierra quería sembrarse,
aunque sea siendo polvo,
aunque sea siendo lágrimas,
aunque sea estando muerto,
pero volver al vientre siendo hijo.
aunque sea siendo polvo,
aunque sea siendo lágrimas,
aunque sea estando muerto,
pero volver al vientre siendo hijo.