viernes, 15 de agosto de 2014

Au revoir réalité

Fue ese día ruidoso,
ese único y mal apreciado día,
que la tierra se quedó sin palabras
al escuchar al barro cantar,
el cielo se petrificó 
al verse en el mar desnudo,
las flores abrieron sus piernas
al ver al sol sonreírles,
la lluvia se enamoró de las nubes
y en sus faldas blancas se escondió,
cuenta la historia que cuando la lluvia 
se enamoró por primera vez del cielo
estaba tan asustada que solamente 
salía da las faldas del cielo
cuando éste se enojaba descontroladamente con ella,
ella tomaba su bolsa de agua
y se iba a dar un paseo por el jardín de los humanos,
se hacia llamar de varías maneras
según su temperamento y tenacidad,
a los pocos días volvía a través de la luz,
sonreía y el cielo volvía a abrir sus faldas,
por las noches aparecía la amante del cielo,
con su luz blanquecina se desvestía poco a poco,
cantaba y aullaba,
poco a poco el ser humano fue escuchando
las palabras y cerrando la puerta de la realidad,
se dedicó a poner nombre y medida a las cosas,
todo tenía imagen en el cerebro,
técnica, teoría, idea, pensamiento, lógica, razón,
se remplazó a la realidad por las palabras,
las palabras que eran imágenes mentales,
asociaciones de comunicación verbal,
se olvidaron de la realidad,
al verse despreciada la realidad dejó de cantar,
el cielo dejó de mirarse,
el sol abandonó su carrera de galán,
las flores se agriaron
y el ser humano creo su universo intelectual,
tuvo miedo de la realidad,
la muerte se transformó en un castigo irremediable,
la tristeza,
tantas veces despreocupada,
se resguardó sobre el corazón de los seres humanos,
inventamos el sufrimiento,
el miedo, el amor,
todo lo que era dejó de ser,
las palabras nos llevaron al abismo,
solamente ahí nos dimos cuenta
que lo habíamos perdido todo.




Lima, Yankee, Sierra

El hombre pone nombre
y crea la imagen
contradiciendo a la realidad,
yo, a través del movimiento
de mi mente volatil
me convierto en pájaro,
nombrando aquello que anhelo,
me adentro en el fondo,
mis párpados se cubren de barro,
un lugar térreo de mi alma
con sabor amargo se deshace,
seco, desierto, quebradizo,
casi árido queda mi corazón,
despegado de un pretérito iluso,
sólo el son del eco oscuro
resuena en mi catacumba,
saber que uno muere
de segundito en segundito
te alimenta con cucharaditas de vida,
de pertenecer al tiempo,
ser ingrediente de lo efímero,
un ladrillito de la casa grande,
pero nos impregnamos
de deseos de rebote,
de falacias televisadas,
dejándose ser una parte del todo
y otra de todos
nos convertimos en el universo,
el viaje sólo empieza
cuando se conquista el silencio,
se comprende la soledad
y se parte hacia el mar.