Mi abecedario alcanza a tocar tus muslos magnéticos,
barro moldeado por mis manos de acero,
casita de naufragíos refugiados del frío mundo,
desnúdate a la deriva de tu boca seca desierto,
la esencia de tu saliva llena el mar de mis deseos,
fuera de tu última danza espectral,
gesto pálido del olvido terrenal,
hay hambre y carne y sexo,
inmaculado roble brota de mis venas,
justicia exiliada a tu entrepierna enciclopédica,
luna fértil que agita tus mareas de leche,
muerte efímera y doblemente falsa,
nadie conoce tu dulce mirada,
ácida niña de arena y sol,
ñoñería de sábanas y camas veladas por la noche,
orgásmica comunicación labial,
permite que conozca tu alma humeda,
queda impregnada en mis papilas rezagadas,
ronronea el cuerpo espejo de tu forma,
sastre mágico de tu belleza,
el titubeo de tus alas abre vuelo en mi cielo,
la uva se entreabre como un grito felino desgarrando a la noche en dos,
yuxtaposición del frío ardor y el calor opacado por tu cuerpo día,
mi zanahoria se marcha de tu cuerpo cama,
vuelve a mi olvido,
mío de antemano y gélido sin tus manos
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