Viajar a lo interno
para compartir lo eterno,
soplar como el viento
para ser el tiempo,
caer con la lluvia
para levantarse de la tierra
como semillita de maíz,
crecer como un árbol
para siempre tomar
el rumbo del sol
y dar frutos
sin pedir nada a cambio,
ser como un río
y dejarse llevar sin rencores,
sin mentiras ni condicionamientos,
caminar por el bosque como se camina
por el cuerpo de una mujer:
descalzo, desnudo
y desarraigado de toda violencia,
cerrar los ojos
y encontrar toda la pachamama,
sus montañas y quebradas,
sus llanos y páramos,
tu ser y el mío
que no es más que nosotros,
pero sobre todas las cosas,
andar en búsqueda de un rayito de luz
y encontrarse en el otro,
jugar a las escondidas con el ego
y sin tenerlo en cuenta,
volver al origen,
volver a jugar con barro y miel,
y nunca, pero nunca jamás
permitirse estar en pretérito o futuro.
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