jueves, 25 de marzo de 2010

Teresa

Esa mujer que lucho por ser la otra,

la diferente, la única estrella en el

en el cielo, la madre sin hijas, el poema

sin poeta, las letras sin tinta, la alma

perdida; pero nunca cerro sus ojos,

nunca olvido el leve movimiento de

manos que cura el alma de los

desesperados, marco su ritmo sin

tiempo, hizo parte de la negación,

del amor inmortal de esa estatua,

se llevo su muerte a la tumba y

nunca la dejo salir, se llevaron su

vida y nunca la deshicieron, las

aves siguen buscando su canto

los hombres pierden el alma en

su recuerdo y yo sé que te amo.

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