Esa mujer que lucho por ser la otra,
la diferente, la única estrella en el
en el cielo, la madre sin hijas, el poema
sin poeta, las letras sin tinta, la alma
perdida; pero nunca cerro sus ojos,
nunca olvido el leve movimiento de
manos que cura el alma de los
desesperados, marco su ritmo sin
tiempo, hizo parte de la negación,
del amor inmortal de esa estatua,
se llevo su muerte a la tumba y
nunca la dejo salir, se llevaron su
vida y nunca la deshicieron, las
aves siguen buscando su canto
los hombres pierden el alma en
su recuerdo y yo sé que te amo.
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