las teclas comenzarón a sonar,
los aromas de revolución,
no encontrarón atuendos,
todo pareció perderse,
ir al olvido para nunca empezar,
todo en un fin insolito,
el hipopótamo recitó su filosofía,
un dos que parece cuatro,
una falda envuelta en la cabeza,
la mujer del sueño pasado,
me pesó en el alma,
y el dos volvió a vestirse de cuatro,
entendí la semiología de tu cuerpo,
para ese baile inventé el amor,
todo en una receta de sangre cruel,
militares asesinarón a mi siglo,
me vesti de negro y el cuatro
acabó borracho con el dos al lado.
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