À fleur de peau et bouche ouverte

Abrázame fuerte,
desmesuradamente fuerte,
como si fueras a destruirme,
devastarme,
destrozarme,
desintegrarme,
desintoxicarme,
pulirme de tanta pesadez,
para cicatrizarme de toda tristeza,
sólo con el aleteo de tus pupilas,
abriendo tu luz de cielo en cielo,
para poder apagar mi soledad
y volar hacia tus nubes,
deshacer mis culpas,
amargas, acidas, putrefactas,
todas reunidas en la esquina
de la pena y el olvido,
bésame fuerte,
boquiabiertamente fuerte,
como si fueras a devorarme,
despedazarme,
despellejarme,
despojarme,
desgarrarme,
tallarme con tu lengua,
para herirme de alegrías,
sólo con tu saliva de almíbar,
abriendo tu oscura garganta
de tierra en tierra,
para poder encender mi soledad
y enterrarme en tus entrañas,
rehacer mis culpas,
dulces, tiernas y maduras,
todas reunidas en la esquina
del alivio y el recuerdo.

Hierbas mágicas y pájaros

Así como su taita le había enseñado,

el niño arrojó las hierbas sobre sus sueños,
cantando y rezando:

aire, agua, fuego, tierra, 

el líquido comenzó a desenredar

un perfume dulce de sabiduría,

imágenes de abuelos sonreían

y utopías conservadas en piedra

bailaban en la oscuridad,

sus sentidos fueron enterrándose 

como una semilla en la vida, 

regresando a la oscuridad,

para recordar lo que olvidó

y aprender de los sabios, 

desde el ahora hacer parte del espiral,

su cuerpo se deshizo en lágrimas,

alegrías, tristezas, penas, felicidades,

todo es vida así como la muerte,

llorar para ser llovía,

escuchar para ser el eco del presente,

imaginar para ser el vuelo del pájaro,

el niño salió de la oscuridad

y decidió ser y estar en el presente, 

vivir y morir para convertirse en pájaro.

Legión urbana

Bienaventurados los desnudos,
libertinos, bohemios, rebeldes,
puros de conciencia e imaginación,
sin nada más que el corazón bajo la piel,
toda la humanidad miserable,
la humildad más real,
con sus pequeños relojes,
rojos, rotos y sensibles,
sus atrofiados, biengastados,
hígados macerados en alcohol,
abiertos, con su masa gris al aire
y las ideas como lobos bajo la luna llena,
sus pulmones cansados
de gritar y respirar,
sus zapatos sin suelas
y su rumbo sin camino,
animales callejeros,
toda la legión urbana del universo,
con sus camisetas rotas, rojas,
como escudo antibalas,
velas en la esquina para santificar al muerto,
corren y corren formando la masa,
todos aquellos que llevan sangre
en lugar de dinero en las venas,
velas nuevamente para santificar al asesino,
tengan piedad, grita la madre,
todos somos hijos,
dentro de las rejas,
del sistema,
del vientre de la madre, 
encima siempre el mismo poder.

Ojalases, nuncas y jamases

De a poco fuimos germinando,
atreviéndonos a conocer el mundo,
sacando a la vida de la tierra
y al corazón del pozo,
como gusanos arraigados a la oscuridad,
nuestros ojos,
pequeños universos de barro,
se fundieron con la luz,
para crear dioses y amores,
para gozar de miedos y odio,
construir sueños de papel,
vivir los ojalases menos probables,
olvidar los nuncas de simpre,
memorizar los jamases ya sucedidos,
juntar todo en el albergue del alma
y, en la esperanza menos desesperada,
encontrar que la realidad es una pizca
de lo imaginado,
un grano de arena
en el desierto del reloj del tiempo,
el hombre más sabio sin sábanas
y  el más pobre con televisión,
el más loco, desnudo,
el más cuerdo con cuernos azules,
andar de vivos por la muerte,
cuando ni fecundados hemos sido.