Buen poeta tiene que tener la nariz grande,
bien abierta para captar el aroma de las palabras,
para recorrer las calles y merodear sentimientos
ajenos que describan a los suyos, para no dejar
pasar al amor sin reconocer su fragancia, para recordarlo
y poder pasear por sus callecitas a cualquier hora,
para no enterrar a una mujer en el olvido,
para que el mundo entre por su nariz y despacito
se vayan formando las palabras para seducirlo,
para poder mentir con ternura y que la nariz
no pueda crecer más, para dejar la vista a los pajaritos,
el oído a los músicos, la boca a las mujeres, el sentir
a los pintores y la nariz grande a los poetas.
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