jueves, 21 de enero de 2010

Sociedad

Una pintura acostumbrada a pinceladas

sin dueño figura rostros sin rasgos, pálidos

hombres por calles oscuras brillan al sonreír,

chistes escondidos en la penumbra, mujeres

a prostituir su estética en cada esquina venden

su semblante en letras fosforescentes que cuelgan

del dinero sucio del machismo global, hombres sin

feminidad se alzan como su Dios semejante ante

mujeres engañadas por belleza vacía, mujeres a

estropear sus bellos rostros lo cubren en toneladas

de maquillaje color muerte, confunden sus ojos con un

poco de desprecio propio, pintan sus labios con rojo

depresión, corrigen sus detalles con baja autoestima y

los hombres siguen a botarlas al suelo sin valorar su

belleza pura, hombres controlan el género masculino

como estatus político y social de superioridad, mujeres

asumen, en un acto de sacrificio, la forma mediocre de

masculinidad para posicionar sus ideas en el mundo,

todo encubierto por un lindo vestido color totalitarismo

masculino. El hombre vuelve a brillar con luz de ignorancia

que opaca la capacidad de ver cuánto necesita ser mujer

por un día y despertar amando a su otra mitad como igual,

indispensable e innegablemente bella en su mentalidad.

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