Una pintura acostumbrada a pinceladas
sin dueño figura rostros sin rasgos, pálidos
hombres por calles oscuras brillan al sonreír,
chistes escondidos en la penumbra, mujeres
a prostituir su estética en cada esquina venden
su semblante en letras fosforescentes que cuelgan
del dinero sucio del machismo global, hombres sin
feminidad se alzan como su Dios semejante ante
mujeres engañadas por belleza vacía, mujeres a
estropear sus bellos rostros lo cubren en toneladas
de maquillaje color muerte, confunden sus ojos con un
poco de desprecio propio, pintan sus labios con rojo
depresión, corrigen sus detalles con baja autoestima y
los hombres siguen a botarlas al suelo sin valorar su
belleza pura, hombres controlan el género masculino
como estatus político y social de superioridad, mujeres
asumen, en un acto de sacrificio, la forma mediocre de
masculinidad para posicionar sus ideas en el mundo,
todo encubierto por un lindo vestido color totalitarismo
masculino. El hombre vuelve a brillar con luz de ignorancia
que opaca la capacidad de ver cuánto necesita ser mujer
por un día y despertar amando a su otra mitad como igual,
indispensable e innegablemente bella en su mentalidad.
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