me estampé en su vestido de piel,
me amarré a su piel de flores,
sus dientes eram varios cielos,
tenía un cabello de mil luces castañas,
mi mirada venía y la de ella se iba,
si la miraba a los ojos, me deboraba,
se comía mi alma con sus colores,
escuchaba su voz y ella me enredaba
en un dulce de madera y saliva,
si me atrevía a olerla, ella me gritaba
con todos los aromas del jardín,
yo ya no podía y le pedía un minuto
más al destino de las ilusiones,
esas cosas siempre pasan rápido,
como la mariposa que se escapaba
de mi corazón de hojalata,
pero su sonrisa me comentaba
de su boca transendental,
ella escuchaba todas las ideas
de mi mente con una sintonía afinada,
mis ojos se subieron a mi cuerpo
y ella se bajó de mis pies pesados,
era un sueño abundante de magnolias
policromáticas.
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